viernes, 15 de agosto de 2008

El enoturismo, capricho del paladar

Las rutas del vino comienzan a emerger en la diversa oferta turística de la provincia onubense n visitas turísticas Las bodegas del Condado abren sus puertas a los turistas para mostrarles la elaboración de los caldos de la tierra.

Visitar escenarios y templos cargados de historia, regodearte con un crisol de caprichos y de sentidos para el paladar, a la vez que te empapas de la historia y las raigambres de una tierra, una propuesta que aunque no responde a un eslogan sobre el turismo enológico, estos bien podrían ser los motivos que incitan a los consumidores a dejarse seducir por los encantos que les sirven el sinfín de bodegas que se encuentran diseminadas por la geografía Condal, gran parte de las cuales nos dan la posibilidad de realizar visitas guiadas y catas con las que conocer las diferencias de buques y sabores que distinguen a un buen vino, así como la inmensa variedad de caldos que se producen en la comarca.
Además de las rutas del vino realizadas por la Mancomunidad de Desarrollo del Condado, cualquiera puede diseñarse su propio tour por la comarca y degustar la enorme variedad de afrutados realizados con la omnipresente zalema, disfrutar del solaz con un brandy en la mano, o perderse en los vericuetos del sabor que encierran un caldo de solera o las reminiscencias a fruta de un vino dulce o un mosto. Además, este turismo nos permite adquirir en las propias instalaciones esos mismos caldos a un precio muy competitivo.
Con este fin las bodegas y cooperativas han realizado una importante inversión en los últimos tiempos para hacer 'visitables' sus entrañas y ofrecer un catering o la posibilidad de concertar dichos servicios a toda variedad de grupos. De esta manera en escenarios como la Cooperativa Vitivinícola Nuestra Señora del Socorro de Rociana podemos presenciar las reminiscencias y estilo constructivo de una bodega de antaño pero con las técnicas de elaboración más vanguardistas, con cerca de medio centenar de bocoyes de acero inoxidable para preservar el sabor más puro de un caldo. Un área en total contraste con los bocoyes que nos permite entender la evolución en el alumbramiento de un vino. Precisamente en sus instalaciones podemos degustar el primer vino rosado elaborado con uvas autóctonas de la tierra y descubrir la enorme variedad de tintos y blancos afrutados que posee, todos ellos de excelente calidad.

En Bollullos, Bodegas Iglesias ha sido una de las empresas que más han apostado por rentabilizar este turismo. Manuel Iglesias, tercera estirpe de bodegueros, asegura que en una visita de estas características tienes la oportunidad no sólo de degustar el vino con el que te deleitas en un restaurante, sino impregnarte del enclave donde se le dio vida, de los escenarios y los procesos por los que pasó hasta obtener los criterios de calidad que hicieron que llegara hasta tu boca. Iglesias enfatiza en que, básicamente, "la visita consiste en mostrarles de dónde parto, de la cultura del vinatero, los diferentes tipos de crianza biológica y oxidativa" pero sobre todo de ilustrarles de "esa gran desconocida que es la variedad zalema y como se gestan unos caldos" que reposan en el vientre de unos bocoyes en los que la bodega brindan la óptima temperatura que requiere un 'parto' de esta índole.
A pesar de todo, Iglesias y el resto de empresarios relatan que aún queda mucho camino por recorrer con unas potencialidades inmensas por el gran número de turistas que visitan nuestras playas o El Rocío, unos visitantes que aún no han descubierto ese oro líquido que suponen los vinos de la comarca.

Fuente: Carlos López - Huelva Información (15 de Agosto, 2008)

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