El ex presidente llega al Consejo de Participación de Doñana justo cuando la Reserva de la Biosfera se juega su reputación mundial · Escasez de agua, infraestructuras y evitar la desertificación son los grandes retos
Felipe González Márquez acaba de ser nombrado por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía presidente del Consejo de Participación de Doñana. Un órgano que agrupa a sesenta miembros que representan los intereses de los 14 municipios del entorno gaditano, sevillano y onubense, las administraciones local, central y autonómica, el equipo de gestión de la Reserva de la Biosfera, los agentes económicos, sociales, universidades, científicos y ecologistas.
Casi treinta años después de que González fuera elegido presidente del Gobierno (octubre de 1982) y que convirtiera Doñana en la capital medioambiental de la Unión Europea a base de visitas y cumbres junto a mandatarios como Francois Miterrand, Helmut Khol, Mario Soares o Mijail Gorbachov, aterrizará en un Parque Nacional que ya no pertenece al Gobierno de España sino a la Junta de Andalucía gracias a la descentralización del Estado. Un paraje que ha perdido en esas tres décadas más agua que en los últimos seis milenios y que a juicio de los expertos se encuentra en las últimas, acercándose peligrosamente a la desecación, tal y como le ha sucedido a las Tablas de Daimiel. El acuífero 27 que nutre todo el suroeste andaluz desde Lebrija hasta Palos y Moguer ha bajado en algunos puntos hasta veinte metros de nivel piezométrico debido a los abusos agrícolas, urbanísticos y turísticos.
Los deberes de Felipe González en Doñana son muchos y variados aunque lo primero que encontrará es un Parque inundado por el temporal de lluvia que vive Andalucía desde hace quince días. Pero eso es un puro espejismo transitorio. Bajo las lagunas el agua escasea tanto que los informes científicos del CSIC (Carmen Paniagua) y de universidades como la de Huelva (Francisco Borja) advierten que ha llegado la hora de actuar y de recuperar proyectos como el Doñana 2005 (de la era de Isabel Tocino) para evitar la desertificación de la Reserva. Y también la desertización: ya existe una franja de 300 hectáreas junto a las Playas del Rocío que se asemeja mucho a un desierto debido a la imparable colmatación de la marisma y a la salinización de los suelos.
De momento, el gran reto de González es sentar las bases para que Doñana vuelva a renovar en 2012 el Diploma Europeo que le proporciona decenas de millones de euros de subvenciones comunitarias y atrae anuncios de inversiones de hasta 200 millones de euros al calor del II Plan de Desarrollo Sostenible.
La tarea no es fácil pues el Fondo Mundial para la Naturaleza y el secretario general del Convenio Ramsar, Anada Tiega, han decidido colocar una lupa sobre una zona agobiada por un imparable crecimiento urbanístico y turístico, dragados como el del Guadalquivir, la construcción de infraestructuras, desdoble, autovías, carreteras, puentes y hasta un oleoducto que acercará peligrosamente a las costas de Doñana 200 petroleros cada año. Y ya ha habido dos avisos procedentes de la refinería de Cepsa-La Rábida, compañía que se ha visto obligada por las circunstancias a renovar el conducto submarino que le garantiza la descarga de crudo con garantías de seguridad.
El secretario general de Ramsar, una entidad impulsada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), ha anunciado que no descarta anticipar la evaluación ambiental de la Reserva de la Biosfera y asegura que "este Espacio Natural debe ser un ejemplo de convivencia entre la preservación de sus riquezas y el mantenimiento de actividades económicas sostenibles".
La nueva etapa de González en Doñana se encuentra con dos nuevos aliados. Uno está por descubrir: la influencia de la Ley de Economía Sostenible de Zapatero. El otro es una herencia de su compañero Manuel Chaves. Se trata de la Ley de medidas tributarias y financieras y de impulso a la actividad económica. Bajo el celofán de la lucha contra la crisis, el Ejecutivo andaluz modificó vía parlamentaria hasta diez leyes, siete de ellas relacionadas con el medio ambiente. El nuevo texto regulador deja la puerta abierta a actuaciones urbanísticas en los espacios hiper-protegidos. La norma retoca nada menos que la Ley 1/1994 de Ordenación del Territorio, la 2/1989 de Inventarios de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, la 8/1999 del Espacio Natural de Doñana.
En el caso de Doñana, el nuevo decorado jurídico permitiría retomar el proyecto de la carretera norte (Huelva-Cádiz) o el desdoble de El Rocío-Matalascañas. Viejos conocidos de los tiempos en que González fue presidente del Gobierno más longevo de la democracia española.
Casi treinta años después de que Felipe González llegara al poder y en el año siguiente de la celebración del 40 aniversario de la creación del Parque Nacional, las aguas residuales siguen entrando desde Almonte, Bollullos y Rociana al corazón del Espacio a través de la cuenca del Arroyo del Partido. Y el trasvase de agua del Chanza al Condado, prometido ya por aquel entonces, sigue pendiente de resolver.
Para salvar a Doñana de la desertificación anunciada y acelerada ya por el cambio climático cada vez más visible en la costa de Matalascañas, se necesita un aporte natural de 200 hectómetros cúbicos de agua en años húmedos, frente a los 75 con que cuenta ahora este paraje que tiene 5.000 millones de años.
Fuente: Huelva Información (03 de Enero, 2010)
Felipe González Márquez acaba de ser nombrado por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía presidente del Consejo de Participación de Doñana. Un órgano que agrupa a sesenta miembros que representan los intereses de los 14 municipios del entorno gaditano, sevillano y onubense, las administraciones local, central y autonómica, el equipo de gestión de la Reserva de la Biosfera, los agentes económicos, sociales, universidades, científicos y ecologistas.
Casi treinta años después de que González fuera elegido presidente del Gobierno (octubre de 1982) y que convirtiera Doñana en la capital medioambiental de la Unión Europea a base de visitas y cumbres junto a mandatarios como Francois Miterrand, Helmut Khol, Mario Soares o Mijail Gorbachov, aterrizará en un Parque Nacional que ya no pertenece al Gobierno de España sino a la Junta de Andalucía gracias a la descentralización del Estado. Un paraje que ha perdido en esas tres décadas más agua que en los últimos seis milenios y que a juicio de los expertos se encuentra en las últimas, acercándose peligrosamente a la desecación, tal y como le ha sucedido a las Tablas de Daimiel. El acuífero 27 que nutre todo el suroeste andaluz desde Lebrija hasta Palos y Moguer ha bajado en algunos puntos hasta veinte metros de nivel piezométrico debido a los abusos agrícolas, urbanísticos y turísticos.
Los deberes de Felipe González en Doñana son muchos y variados aunque lo primero que encontrará es un Parque inundado por el temporal de lluvia que vive Andalucía desde hace quince días. Pero eso es un puro espejismo transitorio. Bajo las lagunas el agua escasea tanto que los informes científicos del CSIC (Carmen Paniagua) y de universidades como la de Huelva (Francisco Borja) advierten que ha llegado la hora de actuar y de recuperar proyectos como el Doñana 2005 (de la era de Isabel Tocino) para evitar la desertificación de la Reserva. Y también la desertización: ya existe una franja de 300 hectáreas junto a las Playas del Rocío que se asemeja mucho a un desierto debido a la imparable colmatación de la marisma y a la salinización de los suelos.
De momento, el gran reto de González es sentar las bases para que Doñana vuelva a renovar en 2012 el Diploma Europeo que le proporciona decenas de millones de euros de subvenciones comunitarias y atrae anuncios de inversiones de hasta 200 millones de euros al calor del II Plan de Desarrollo Sostenible.
La tarea no es fácil pues el Fondo Mundial para la Naturaleza y el secretario general del Convenio Ramsar, Anada Tiega, han decidido colocar una lupa sobre una zona agobiada por un imparable crecimiento urbanístico y turístico, dragados como el del Guadalquivir, la construcción de infraestructuras, desdoble, autovías, carreteras, puentes y hasta un oleoducto que acercará peligrosamente a las costas de Doñana 200 petroleros cada año. Y ya ha habido dos avisos procedentes de la refinería de Cepsa-La Rábida, compañía que se ha visto obligada por las circunstancias a renovar el conducto submarino que le garantiza la descarga de crudo con garantías de seguridad.
El secretario general de Ramsar, una entidad impulsada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), ha anunciado que no descarta anticipar la evaluación ambiental de la Reserva de la Biosfera y asegura que "este Espacio Natural debe ser un ejemplo de convivencia entre la preservación de sus riquezas y el mantenimiento de actividades económicas sostenibles".
La nueva etapa de González en Doñana se encuentra con dos nuevos aliados. Uno está por descubrir: la influencia de la Ley de Economía Sostenible de Zapatero. El otro es una herencia de su compañero Manuel Chaves. Se trata de la Ley de medidas tributarias y financieras y de impulso a la actividad económica. Bajo el celofán de la lucha contra la crisis, el Ejecutivo andaluz modificó vía parlamentaria hasta diez leyes, siete de ellas relacionadas con el medio ambiente. El nuevo texto regulador deja la puerta abierta a actuaciones urbanísticas en los espacios hiper-protegidos. La norma retoca nada menos que la Ley 1/1994 de Ordenación del Territorio, la 2/1989 de Inventarios de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, la 8/1999 del Espacio Natural de Doñana.
En el caso de Doñana, el nuevo decorado jurídico permitiría retomar el proyecto de la carretera norte (Huelva-Cádiz) o el desdoble de El Rocío-Matalascañas. Viejos conocidos de los tiempos en que González fue presidente del Gobierno más longevo de la democracia española.
Casi treinta años después de que Felipe González llegara al poder y en el año siguiente de la celebración del 40 aniversario de la creación del Parque Nacional, las aguas residuales siguen entrando desde Almonte, Bollullos y Rociana al corazón del Espacio a través de la cuenca del Arroyo del Partido. Y el trasvase de agua del Chanza al Condado, prometido ya por aquel entonces, sigue pendiente de resolver.
Para salvar a Doñana de la desertificación anunciada y acelerada ya por el cambio climático cada vez más visible en la costa de Matalascañas, se necesita un aporte natural de 200 hectómetros cúbicos de agua en años húmedos, frente a los 75 con que cuenta ahora este paraje que tiene 5.000 millones de años.
Fuente: Huelva Información (03 de Enero, 2010)
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