viernes, 8 de enero de 2010

El Condado y Doñana afrontan ya la desertificación por el abuso agrícola


Un estudio de la UHU sobre el cambio climático en Huelva advierte que la mano del hombre multiplica los efectos nocivos · En 2020 habrá menos lluvia, escasez de agua, más calor y aumento de la erosión

La pertinaz sequía que nos asola en uno de los otoños más cálidos y secos que se recuerdan por estas latitudes está dejando al descubierto, justo ahora que los gobiernos y gurús de la economía ponen una vela a dios y otra al diablo en Copenhague para que los polos no se derritan, la importancia del territorio de Doñana para dibujar el paisaje que tendrá el sur de la provincia de Huelva en el año 2050. Un trabajo desarrollado por un grupo de investigación de la Universidad de Huelva (UHU), que lleva por título Cambio climático inducido y cambio global en Doñana constata los riesgos de desertificación y las graves tensiones territoriales que habrá de soportar el litoral onubense en los próximos lustros, debido, entre otros aspectos, al aumento de la presión agrícola y a la reducción de los recursos hídricos, tanto superficiales (ríos y arroyos) como subterráneos (acuíferos).

Al ritmo impuesto por el desarrollismo mundial cabe añadir las causas caseras que aceleran y multiplican en Huelva los efectos nocivos del cambio climático. La previsión futura de la investigación realizada por Francisco Borja Barrera y Miriam Fernández Núñez estima para nuestra costa, según los datos disponibles, un aumento del nivel del mar de en torno a medio metro, lo que afectaría al conjunto de los sistemas naturales de Doñana. El texto subraya que "el litoral de Doñana vería afectados sus ecosistemas de playas, dunas costeras y parte de sus marismas", tanto las de carácter mareal como las estrictamente aluviales, o sea, las que actualmente sólo se inundan con las riadas.

La quiniela climática se ha rellenado conociendo el resultado de algunos partidos jugados durante las últimas décadas, como el agrícola: un espectacular aumento de las hectáreas para cultivos bajo plásticos y arrozal, mientras que las precipitaciones se reducen y baja el nivel piezométrico del acuífero del que se extrae cada vez más volumen de agua.

El aliño se completa con la previsión de una subida de las temperaturas medias en tres o cuatro grados y un aumento de la duración del tiempo de verano entre dos y cinco semanas para la presente centuria. A todo ello hay que unir una reducción de las noches de heladas y una caída de las precipitaciones de hasta 110 litros por metro cuadrado al año, y que el último tercio del siglo se despedirá con un notable incremento de la evapotranspiración y un aumento de la velocidad del viento en torno a un 5% con respecto a los valores actuales.

Según el trabajo coordinado por el profesor Borja en el marco del II Plan de Desarrollo Sostenible de Doñana (Fundación Doñana 21), y según los informes que maneja la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, puede afirmarse que en el área litoral que comparten las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz existe una "clara tendencia a la aridificación", como viene corroborándose mediante la proyección de los actuales escenarios climáticos regionales.

La tendencia se resume en "un aumento de las temperaturas medias entre 2 y 4 grados centígrados, más significativo en verano, y el aumento de los días cálidos y las noches tropicales".

A nivel social, los efectos del cambio climático incidirán negativamente en la disponibilidad de los servicios ambientales que el entorno de Doñana ofrece actualmente a sus moradores y en la capacidad de estos para garantizar el desarrollo de sus pobladores en la próxima generación.

El documento subraya que determinadas prácticas económicas han dejado ya su huella en el sistema natural del entorno de Doñana, especialmente en su hidrosistema (Guadalquivir, Guadiamar, cuencas del Arroyo del Partido, Cañada Mayor, La Rocina... y la Unidad Hidrogeológica 05-51 ó antiguo acuífero 27 Almonte-Marismas), con lo que "el cambio climático no afectará a un territorio en perfecto estado de funcionamiento, sino que, por el contrario caerá sobre un ámbito donde es frecuente la ocupación de cauces, la pérdida de flora ribereña, la proliferación de especies invasoras, los usos agrícolas intensivos, la deforestación de orillas y cuencas vertientes, el sobrepastoreo, los encauzamientos artificiales y desvíos de cauces.

La pérdida del paisaje tradicional del Condado de Huelva es ya palpable, según las conclusiones del estudio. Los abusos han agravado el proceso de degradación y pérdida de suelos (desertificación) de la periferia de Doñana, cuyas marismas son las destinatarias de buena parte de los materiales erosionados. Sólo la creación de los parques Nacional y Natural de Doñana, el Corredor Verde del Guadiamar y determinadas acciones del Proyecto Doñana 2005 parecen tener efectos capaces de reducir esta nefasta dinámica.

El sesudo documento de Borja considera muy negativas las perturbaciones que pueden derivarse del cambio climático y del presumible aumento de la presión humana sobre los recursos hídricos de la zona, sobre todo si se confirma el aumento del 8,9% del consumo hídrico previsto para los regadíos de la cuenca del Guadalquivir hasta el año 2060.

No se olvida el documento de advertir sobre la pérdida de calidad de las aguas debido a la concentración de elementos contaminantes, fundamentalmente de los de procedencia urbana (detritus e incluso restos de medicamentos que llegan al Parque por la falta de depuradoras de aguas residuales en Almonte, Bollullos o Rociana del Condado) y agrícola (pesticidas y abonos).

Fuente: Huelva Información (21 de Diciembre, 2009)

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