jueves, 25 de enero de 2007

OPINIÓN: Buenas, venimos de Rociana


Algo así debieron decirle a la guardia pretoriana del César, en Sevilla, el grupo de rocianeros que se presentó, hace unos días, a las puertas del palacio imperial. Buenas, venimos de Rociana y queremos ver al Jefe. Habían salido de Rociana andando y andando llegaron a Sevilla. Ellos, junto al resto de paisanos que se desplazaron a la capital del imperio, no se habían presentado allí pidiendo algo para si mismos. ¡Espántense! Gente única esta de Rociana donde las haya. No lloriqueaban nada para ellos, no mendigaban ninguna subida salarial para sus bolsillos, no había interés personal en la marcha. Pedían, exigían, demandaban para su pueblo. Para todo su pueblo. Quieren los rocianeros un Servicio Médico de Urgencias en su localidad. Llevan ya mucho trecho recorrido. Van ya para muchos meses en la brecha. Y corremos el riesgo, los demás, de acostumbrarnos al hecho de ver a este pueblo en permanente estado de brega y zafarrancho. Pero no va a ser así. Aquí tienen estos bravos onubenses este artículo, y los que quieran más, para que lo sumen a su causa.

Entre David y Goliat, siempre lo he tenido claro. Hoy, Rociana es David. Y es más: llevan razón, tienen razón. Están cargados de argumentos, cifras, datos, papeles y documentos mil. Pero si técnicamente les faltara algún perejil, ante mis ojos, unos hombres y mujeres que se echan a la carretera dispuestos a meterse unas cuantas decenas de kilómetros entre pecho y espalda, para pedir algo que será para la comunidad, y no para ellos, ya es suficiente. La foto que publicó este periódico en la que se veían los pies tumefactos, machacados, de algunos de los caminantes era ya de sobra. Tiene que tener razón quien hace eso por los demás. Apenas si conozco Rociana. Y lo siento por mí. Pero son muchos años los que he trabajado, vivido y compartido con gentes de aquel lugar. Bien que me gustaría hoy nombrarlos aquí, pero temo olvidar algún nombre y para qué más. Era el año del Señor de 1978 cuando conocí al primer rocianero. Vaya embajador, vaya representación del pueblo. Un señor, un profesional como una catedral y un compañero donde los haya. Querido F. si lees este artículo, estoy seguro de que lo harás, ya sabes que casi treinta años después recuerdo tu bonhomía y con ella la de tu pueblo. Va por vosotros. Mucha suerte, mucho ánimo y que no decaiga. David tumbó a Goliat de una pedrada en el entrecejo. No os invito a que hagáis lo mismo, ¡Dios me libre!, pero si a que carguéis la honda de vuestra voluntad con atención y apuntéis allí donde duele. Ocasiones no os van a faltar. A buenos entendedores.


Fuente: Rafael Ordóñez - Huelva Información (22 de Enero, 2007)

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