martes, 19 de febrero de 2008

Huelva celebra el 175 aniversario de la proclamación de capital de la provincia

La primera división de provincias de 1821 se aprovecha para crear la de Huelva, de acuerdo con la Constitución de 1812, lo que acaba sin poder consolidarse hasta 1833 debido a la vuelta del absolutismo.
En 1833, por decreto ley de 30 de noviembre, Huelva veía recompensado todo un largo proceso para que fuera reconocida como capital de la provincia. En este camino, iniciado trece años antes había tenido en distintos momentos la competencia de otras localidades como Trigueros y Moguer. Este año, por tanto se celebra el 175 aniversario de la proclamación definitiva de Huelva como capital de su provincia.

La desaparición de los señoríos en 1812 hará que Huelva pierda esa hegemonía de una de las villas más florecientes del Condado de Niebla, a un lado había quedado los cuatro reinos de Córdoba, Jaén Sevilla y Granada, resurge así una nueva estructura administrativa auspiciada por la Constitución de 1812.

Huelva en el siglo XVIII era cabeza de partido, así lo afirma Juan Agustín de Mora en 'Huelva Ilustrada', en las especias de "Aduana, Tabacos, Sal, Jabón, Pólvora, Naypes y Tercias Reales". Acudían a Huelva a proveerse los 32 pueblos del partido: Moguer, Almonte, Gibraleón, San Juan del Puerto, Trigueros, Beas, Niebla, Villarrasa, La Palma, Bollullos del Condado, Rociana, Bonares, Lucena del Puerto, Palos de la Frontera, Aljaraque, Ayamonte, Lepe, Cartaya, la Puebla de Guzmán, Castillejos, Alosno, Villablanca, Redondela, Sanlúcar de Guadiana, San Silvestre, El Granado El Almendro, San Bartolomé, Paymogo, Santa Bárbara, Cabeza Rubias y las Cruces.

En 1820 Huelva ve perder esa primacía que ya ostentaba como villa próspera en todo su entorno, al ver que Trigueros pasa a ser denominada cabeza de partido en detrimento de Huelva, que ya lo venía ostentando de siglos antes. Esto hace reaccionar al Ayuntamiento de Huelva, el 12 de agosto, que va a poner de relieve todos sus potencialidades y situación estratégica frente a los pueblos del partido judicial, así lo refiere el investigador local Diego Díaz Hierro. Hay situaciones tan obvias como la geográfica y así se hace saber al presidente y diputados de las Cortes Ordinarias, que "Huelva es el centro de los pueblos del Partido y a menos costos pueden venir... tanto por la proporción de los dos ríos Odiel y Tinto con barcos perennes de paso diario, como porque de los nueve pueblos que lo componen los seis que son Aljaraque, Cartaya, Gibraleón, Palos, Moguer y Lucena, están más próximo a Huelva que a Trigueros". Pero sobre todo lo que hace valer su situación estratégica es el ser puerto de mar, lo que desde la época orientalizante, desde Tartesos o romanos hizo que fuera un enclave comercial importante desde la antigüedad. Así se decía en beneficio de Huelva en 1822, que era un puerto: "frecuentado de traficantes y buques marítimos por donde se exportan las producciones de esta parte de Andalucía y Extremadura, y se introducen los artículos mercantiles de Levante y América, y por eso obtiene un tribunal consular y Administración principal de Aduanas, cuya habilitación para extranjeros... se espera... al efecto". A primeros de diciembre de 1821 Ignacio de Ordejón, comisonado por el Ayuntamiento, daba cuenta a las Cortes del agradecimiento de la villa de Huelva "por haberla elegido para la capital de la nueva provincia de su nombre; y manifestando topográficamente lo acertada y justa que ha sido esta resolución". Esta exposición, editada en Madrid ofrece algunos datos como las aclaraciones que debió hacer Huelva frente a Moguer por su mejor situación topográfica. Todo, según Ignacio de Ordejon, era fruto de "las intrigas de los agentes de Moguer", por lo que este se entregó "al penoso trabajo de levantar una carta geográfica d la nueva provincia en que a un golpe de vista quedase cualquiera convencido de la verdad, de la razón, y d la justicia de la resolución del Congreso; y d ela equivocación y sofisticas razones de los defensores de Moguer, engañados por los intrigantes". Así se pedía que radicara aquí la cabeza de provincia, "llegue Huelva a ser nombrada con elogio en todas las naciones por su riqueza, por su prosperidad, y sobre todo por sus virtudes cívicas y por su amor constante a la Constitución, y nuevo sistema que la dio el ser". El Ayuntamiento constitucional manifestaba al Congreso de la Nación, "sus sentimientos de gratitud, por haber condecorado a esta población con la cualidad de capital de provincia de su nombre, y de exponer la justicia y razones poderosas que han tenido para una determinación de que depende la felicidad de la nueva provincia, unida a la general de la nación española". El primer gobernador civil de Huelva, entonces jefe político, es nombrado el 27 de abril de 1822 y llega a la capital el día 30.

Sin embargo la vuelta del Absolutismo en 1823 dejó en suspensión los actos del gobierno constitucional, y con ello la división del territorio español en las provincias, donde se incluía la de Huelva. Se tuvo que esperar a la muerte del rey para que el Estado recuperara todas sus funciones y por el decreto ley de 30 de noviembre de 1833 se pasara a la división definitiva de España en provincias. Así Andalucía dejaba la constitución de los cuatro reinos por las ocho provincias actuales. El mapa provincial sufría algunas alteraciones con respecto a los límites marcados en 1822, que incluía en Huelva los pueblos extremeños de Bodonal y Fregenal y en los de Sevilla a Hinojos y Almonte, incluido el Coto de Doñana y El Rocío, quedando ya entonces la provincia como la conocemos en la actualidad: "Confina por el Norte con la de Badajoz, por el Este con la de Sevilla, por el Sur con el Mar Océano y por el Oeste con el reino de Portugal".

El decreto de 1833 daría paso a la instalación de la Diputación Provincial de Huelva, el 16 de noviembre de 1835. Se constituía en virtud al decreto de 24 de septiembre de ese año, pero las dificultades en la elección de algunos ayuntamientos no dio "tiempo a esperar a los de Huelva y Aracena".

Fuente: Huelva Información (17 de Febrero, 2008)

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