Los sagrados maderos de Huertas, Orozco, Candao, Arriba y La Fuente fueron aclamados por sus fieles.
Rociana amaneció ayer preñada de color y extasiada de algarabía, un traje con el que se viste el municipio cuando las cruces de mayo afloran en su vientre. La jornada dominical obró este cambio en la fisonomía de unas calles especialmente engalanadas, en un intenso día en las que las cruces volvieron a desfilar ante el arropo de miles de mujeres ataviadas con sus trajes de flamenca y prestas a disfrutar de la que es, sin ningún género de dudas, la fiesta local por antonomasia.
A las siete de la mañana la diana floreada de la Cruz de Arriba comenzó a anunciar por cada recodo del municipio la visita a las casas de las romera de la cruz, todo ello con los sones de las mejores partituras interpretadas por la Agrupación Musical Cristo de la Buena Muerte de Ayamonte, secundada a su vez por una marea humana que llegó a superar las 1.200 personas en algunos tramos del recorrido por el pueblo.
Tras oficiarse la eucaristía del medio día celebrada en la Parroquia San Bartolomé Apóstol, en la que 'durmieron' las cinco cruces que en la mañana del sábado se trasladaron desde sus respectivas capillas, las aclamaciones y vivas no dejaron de sucederse y resonar por todo el interior del templo religioso, mientras que los pasos comenzaron a desfilar por orden de antigüedad, aunque incluso en este aspecto hay controversia sobre la primera calle que constituyó la primera cruz de mayo.
Abriendo el paso por las puertas de la parroquia lo hizo la Cruz de la Calle las Huertas, con la música de la flauta y el tamboril de Pablo Cortada. Los sones más rocieros también fueron el acompañamiento musical de los maderos de la calle Orozco y Candao, esta última luciendo la magnífica cruz floreada realizada magistralmente por el artista Manolo García. Tras su estela, los maderos de más peso en el municipio: el de Arriba y el de la Calle La Fuente. La primera venía precedida del grupo de tamborileros de la Virgen de Montemayor de Moguer y respaldada por una legión de fieles con los trajes típicos, mientras que, en la segunda, cientos de mujeres ataviadas con los trajes de flamenca, las damas de honor y la música de la Agrupación Musical Cristo de Humildad y Paciencia de San Fernando, Cádiz.
Con la noche vestida de blanco satén, las Cruces volvieron a procesionar nuevamente por el pueblo. En un ambiente en el que aun no se había apagado la algarabía, los pasos volvieron a desfilar ante un mar de personas, si bien para la cita los colores extasiados de los trajes de flamenca dejaron paso a vestidos de faralaes de más alta costura y con colores menos intensos y más acordes a la noche.
En el plano musical la Cruz de Arriba y la Fuente volvieron a rivalizar con dos Agrupaciones de primer nivel provenientes de la capital; como la Santísimo Cristo del Amor, y Cornetas y Tambores el Nazareno, respectivamente. Las cinco cruces concluyeron su recorrido en la Plaza de España donde todas ellas se brindaron las típicas 'cabezás', un saludo confraternal con el que finalizan los festejos.
Fuente: Carlos López - Huelva Información (5 de Mayo, 2008)
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