Desalojos de colegios e instituciones públicas, sobresaltos, algún llanto provocado por el miedo e incluso instantes de pánico. Las reacciones e imágenes se desataban a las 11.35 horas del 12 de febrero en la provincia, desde Ayamonte a Matalascañas, desde la capital al último pueblo de la Sierra, y siguieron produciéndose con menos fuerza en el resto de Andalucía para cruzar, en un efecto dominó, toda la península de forma más leve, hasta alcanzar la zona norte, el País Vasco y la comunidad gallega incluidos.
A las 11.35 horas Rociana tembló. Al suroeste del Cabo de San Vicente (Portugal) se registraba un terremoto de 6,1 grados de magnitud en la escala Ritcher (aunque en los primeros momentos se evaluó en 6,3 grados), que hizo tambalerar los cimientos de la provincia en la mayor sacudida que se ha producido prácticamente en cuatro décadas (en los últimos 38 años). El de ayer fue el mayor sismo desde 1969 y la memoria de muchos de los mayores trajo aquel temblor al recuerdo (fue en la misma zona y también un mes de febrero).
Los edificios vibraron, los cristales crujieron, las lámparas oscilaron, como lo hicieron también sillas y mesas, y en las casas muchos objetos quedaron en el suelo en los pocos segundos que duró el terremoto. Huelva fue la provincia española en la que la sacudida se hizo sentir con mayor intensidad, una intensidad que el Instituto Andaluz de Geofísica (IAG) sitúa en el grado cinco en el caso del territorio onubense porque el epicentro se localizó a sólo 250 kilómetros del punto más occidental de la Costa, Ayamonte, un distancia muy similar a los 200 kilómetros que separaron el foco del temblor del Cabo de San Vicente, mientras que la distancia con Cádiz fue de 500 kilómetros.
En aquel momento, los teléfonos comenzaron a colapsarse. Los servicios de emergencias, de forma especial el Centro de Coordinación de Emergencias (Cecem) y los bomberos del Ayuntamiento de Huelva, empezaron a recibir llamadas de la población solicitando información sobre el temblor. No hubo ninguna petición de ayuda ni de alerta por emergencias y afortunadamente no se ha producido ningún daño humano.
Minutos después del sismo, que estuvo precedido por un movimiento de menor magnitud (3,2 grados a las 11.50 horas), el Instituto Geográfico Nacional advertía de posibles réplicas dada la fuerza que se había registrado. Y así fue.
En las tres horas siguientes, se producían otros dos movimientos que no se hicieron sentir y que reducían gradualmente la magnitud. La primera réplica llegaba a las 12.50 horas, también al suroeste del Cabo de San Vicente, de 3,1 grado, y la segunda, de 2,8 grados se registraba a las 14.30 horas, de nuevo en la misma zona.
La franja en la que se ha producido el terremoto, conocida como banco de Gorringe según el IAG y donde se encuentra la falla Gibraltar-Azores, que está “sometida a una gran concentración de fuerzas tectónicas”, ha registrado una intensa actividad sísmica en los últimos nueve días, desde el pasado 4 de febrero y prácticamente a diario. Los movimientos han sido de pequeña magnitud, oscilando entre los 1,9 grados y los 2,6 grados en la escala Ritcher en la mayoría de los casos, con la excepción del movimiento que se registró en la jornada del 8 de febrero, que alcanzó los 4,3 grados, el de mayor magnitud hasta que se produjo el temblor de ayer.
Aunque según el Instituto Andaluz de Geofísica subraya que la zona en la que se producen estos sismos, el suroeste del Cabo de San Vicente, “es relevante en el sentido de que es capaz de producir grandes terremotos”, ¿cual es la lectura de esta intensa actividad?. El profesor del departamento de Geología de la Facultad de Ciencas Experimentales de la Universidad de Huelva, Juan Antonio Morales, considera que “es buena señal porque se va aliviando tensión, en pequeños segmentos, lo que es mejor a que se produzca uno fuerte de golpe”.
En Huelva, saltaron todas las alarmas, ante la incertidumbre de las réplicas, el recuerdo imborrable del terremoto de 1969 y el fantasma del tsunami.
Las autoridades trataron de aplacar la angustia de los ciudadanos. El subdelegado del Gobierno en la provincia, Manuel Bago, transmitió un mensaje de serenidad a toda la población, ya que -según remarcó- no se ha registrado daño alguno, ni material ni personal, “por lo que no debe existir alarma, simplemente el susto de las personas que lo han podido sentir con mayor o menor intensidad”.
En el mismo sentido fue el mensaje que se lanzó desde el Ayuntamiento de Huelva. El concejal de Seguridad, Enrique Pérez Viguera, hizo una llamada de “tranquilidad” nada más producirse el temblor y constató que se estuvieron registrando una gran cantidad de llamadas telefónicas tanto a la Policía Local, como al Servicio de Bomberos y a Protección Civil por parte tanto de particulares como de colegios, empresas y hoteles para interesarse por el terremoto.
Fuente: Choko (12 de Febrero, 2007)
A las 11.35 horas Rociana tembló. Al suroeste del Cabo de San Vicente (Portugal) se registraba un terremoto de 6,1 grados de magnitud en la escala Ritcher (aunque en los primeros momentos se evaluó en 6,3 grados), que hizo tambalerar los cimientos de la provincia en la mayor sacudida que se ha producido prácticamente en cuatro décadas (en los últimos 38 años). El de ayer fue el mayor sismo desde 1969 y la memoria de muchos de los mayores trajo aquel temblor al recuerdo (fue en la misma zona y también un mes de febrero).
Los edificios vibraron, los cristales crujieron, las lámparas oscilaron, como lo hicieron también sillas y mesas, y en las casas muchos objetos quedaron en el suelo en los pocos segundos que duró el terremoto. Huelva fue la provincia española en la que la sacudida se hizo sentir con mayor intensidad, una intensidad que el Instituto Andaluz de Geofísica (IAG) sitúa en el grado cinco en el caso del territorio onubense porque el epicentro se localizó a sólo 250 kilómetros del punto más occidental de la Costa, Ayamonte, un distancia muy similar a los 200 kilómetros que separaron el foco del temblor del Cabo de San Vicente, mientras que la distancia con Cádiz fue de 500 kilómetros.
En aquel momento, los teléfonos comenzaron a colapsarse. Los servicios de emergencias, de forma especial el Centro de Coordinación de Emergencias (Cecem) y los bomberos del Ayuntamiento de Huelva, empezaron a recibir llamadas de la población solicitando información sobre el temblor. No hubo ninguna petición de ayuda ni de alerta por emergencias y afortunadamente no se ha producido ningún daño humano.
Minutos después del sismo, que estuvo precedido por un movimiento de menor magnitud (3,2 grados a las 11.50 horas), el Instituto Geográfico Nacional advertía de posibles réplicas dada la fuerza que se había registrado. Y así fue.
En las tres horas siguientes, se producían otros dos movimientos que no se hicieron sentir y que reducían gradualmente la magnitud. La primera réplica llegaba a las 12.50 horas, también al suroeste del Cabo de San Vicente, de 3,1 grado, y la segunda, de 2,8 grados se registraba a las 14.30 horas, de nuevo en la misma zona.
La franja en la que se ha producido el terremoto, conocida como banco de Gorringe según el IAG y donde se encuentra la falla Gibraltar-Azores, que está “sometida a una gran concentración de fuerzas tectónicas”, ha registrado una intensa actividad sísmica en los últimos nueve días, desde el pasado 4 de febrero y prácticamente a diario. Los movimientos han sido de pequeña magnitud, oscilando entre los 1,9 grados y los 2,6 grados en la escala Ritcher en la mayoría de los casos, con la excepción del movimiento que se registró en la jornada del 8 de febrero, que alcanzó los 4,3 grados, el de mayor magnitud hasta que se produjo el temblor de ayer.
Aunque según el Instituto Andaluz de Geofísica subraya que la zona en la que se producen estos sismos, el suroeste del Cabo de San Vicente, “es relevante en el sentido de que es capaz de producir grandes terremotos”, ¿cual es la lectura de esta intensa actividad?. El profesor del departamento de Geología de la Facultad de Ciencas Experimentales de la Universidad de Huelva, Juan Antonio Morales, considera que “es buena señal porque se va aliviando tensión, en pequeños segmentos, lo que es mejor a que se produzca uno fuerte de golpe”.
En Huelva, saltaron todas las alarmas, ante la incertidumbre de las réplicas, el recuerdo imborrable del terremoto de 1969 y el fantasma del tsunami.
Las autoridades trataron de aplacar la angustia de los ciudadanos. El subdelegado del Gobierno en la provincia, Manuel Bago, transmitió un mensaje de serenidad a toda la población, ya que -según remarcó- no se ha registrado daño alguno, ni material ni personal, “por lo que no debe existir alarma, simplemente el susto de las personas que lo han podido sentir con mayor o menor intensidad”.
En el mismo sentido fue el mensaje que se lanzó desde el Ayuntamiento de Huelva. El concejal de Seguridad, Enrique Pérez Viguera, hizo una llamada de “tranquilidad” nada más producirse el temblor y constató que se estuvieron registrando una gran cantidad de llamadas telefónicas tanto a la Policía Local, como al Servicio de Bomberos y a Protección Civil por parte tanto de particulares como de colegios, empresas y hoteles para interesarse por el terremoto.
Fuente: Choko (12 de Febrero, 2007)